El receso
del agua
Tantas escaleras subidas, tantas bajadas, y no sabemos cuántos
peldaños coronar o cuántos descender. Ahora da lo mismo caminar en la cornisa o
apoyarse en tierra firme. Cuando llegué, la leche ya se había derramado sobre
la alfombra y la gelatina no pudo sofocar aquello que digerimos sin intención
parcial, nupcial. Cuando llegó, se habían quemado los últimos papeles, aquellos
que supieron adornar el final de una novela que nunca empezó.
Tantas bodas incendiadas, tantas extinguidas, y no sabemos cuántas
noches mojar o cuántas escurrir. Ahora da lo mismo rascarse las axilas o arañar
la almohada con estas uñas que dirimen.
Cuando llegamos, era temprano, pero se sabe, el tiempo no espera y
las sábanas tampoco. Un río de fuego ventilado corre por la cama como corre el
aire por las aspas. Lo único que hicimos fue ponerle un candado a todas las
cosas y a las que no son.
Tantas pausas encontradas, tantas perdidas, y no sabemos cuándo se
apagan las velas o cuándo las venas. Después dará lo mismo escaparse del horno
o tomar café frío. Cuando se fue, el cenicero aun contenía la presión de las
colillas, y las botellas, las cenizas del corcho. Cuando me fui todo estaba
como antes, salvo el fuego.
De chico, siempre había querido ser bombero.
Zona celeste
Estilo
crisálida
Un calambre
marcado
al vaso
de los que
pueden
nadar el
fondo
y llegar al
borde
del capullo
en otra
marca.
Cuando
reviente el músculo
nadie podrá
negar
la sed de la
mariposa.
El grillo
sobre la grilla
partida o
llegada
sana o rota
gira, yira,
vira
el destino
anclado
a piel
sentido
de muchos
grillitos
que vendrán
a vendar
las momias
mías.
Ciclos
Nacen las
preguntas
entre
signos
como
incógnitas
- húmedas -.
Crecen los
hongos
para cavar
hasta las
raíces
- impregnadas
-.
Se
reproducen los puentes
a las
distancias
acaecidas
- al borde
-.
Mueren las
respuestas
y abajo un
mar
vertido
- al
desborde -.
Muda el
cuero
sus culpas
hasta
sentirse ajeno
al molde.
Mudo el foco
de luces:
corroe
y arruga el
metal.
¿Cómo hablar
de las madejas
ovilladas a
nudos?
La uña,
rasca la
foto;
otra vez el
hueco
de lo que no
se ve.
Escalera
real
El sueño del
pulpo
se diluye en
la garganta
- seca -
de otra
profundidad,
y sus manos
aprenden a
sangrar sobre el paño verde
- mojado -
a la espera
de un as de
corazón.
Un escalón
abajo
1
Dos cuerpos
a dios
negados
- pegados -
y el rezo
de una
religiosa
los devuelve
al aire
como
esquirlas.
Separar
es también
nacer
despegar
saberse
solo.
2
El reggee de
la virgencita
es pecado de
otro tiempo
- otra edad
-,
pero ella
baila
sobre las
flores del altar
a paso
hinchado
todo el
domingo.
Nada en el
agua bendita
de los que
descansan
esperando al
nuevo Mesías.
Supone
que el dolor
de parto
se posterga
al vicio.
Vendimia
Tres uvas en
el ripio
para que las
pisen descalzos
los
genitores.
No habrá
vino este invierno
dice el
anciano en el jardín
mientras los
búhos absorben el mosto
entre las
callosidades de su espalda.
Planeta
éxtasis
Saturno
El
sacrificio del anillo
que nos envuelve
disipa todo
tipo de duda
acerca del
destino
que lo contiene:
nuestra
existencia.
Venus
Aroma
afrodisíaco
pétalos
sangrados
que se
marchitan
por alguna
pulsión perenne.
Júpiter
Escupe el
cráneo
y saliva
pensamientos.
Estas mañanas
no disgregan
su naturaleza.
Marte
Y en su
jaula
de polvo
rojo
abandona su
ciclo
por otro
atraso cósmico.
Tierra
Otra
sentencia láctea
y el tren
no habrá
podido soportar
el peso de
la última Vía.
En tierra
estar de pie
es seguir
dado vuelta.
Neptuno
Una terminal
sin zócalos
y la sombra
proyectada
del último
boleto al Poseidón.
Espera
primero
devora
después.
Enclave
Clave de sol
Moneda falsa
en barro
fundida
- hundida -
y una
cuchara
derretida al
fuego
chorrea
plata.
Del vicio
sólo la
línea infecta
de un
pentagrama.
De la virtud
el sueño
de una noche
rota
entre discos
de pasta.
Clave del
éxito
Este
insomnio de pasto
comienza
agrietando los pulmones
del control
que respira
la MTV
termina
apoyando la oreja
en la
almohada de piedra
que imagina
días
huesos de
mundos
mundos sin
catarro en la orilla.
Claveles
Crucificar
los pies
para que
huelan las avispas
los años
clavados
en desiertos
de espejos
arenados en
las raíces
de los
tallos;
rayos de
otra tormenta.
Clave
morse
El signo, la
casa durmiente
de balcones
estrechos
evocados a
rayas, - dónde poner el punto?
Descansa el
frío sobre la vereda
no habrá
Romeos esta noche.
Palabra
clave
Parir un
cuento
y
desgarrarlo
hasta dormir
allí donde
reposa
una palabra
suelta
convertida
en niña.
Edad es
La edad de
plástico
antes
las piedras
el oro
fundido
el metal de
pecho lleno
y la costura
de un pezón que no cicatriza
ahora
los
trogloditas
prefieren la
silicona.
La edad del
niño
Las piedras
congeladas
donde no hay
siesta
se parte el
hielo
en los tubos
negados así
a
engangrenar la lluvia
por los ojos
a evacuar
arterias
del cuerpo
simulando
alertas
entre
cáscaras
y algunas
gotas.
La edad del
brujo
Diáfano
el susto
se esconde,
en la galera
la otra
escena.
Orinarse los
zapatos
es algo más
que un
simple toque.
Esta vez
no habrá
conejos
ni
sombreros.
El séptimo
sorbo
busca
calmar el
hipo
y después
…los
aplausos.
La edad del
bondi
Caen las
bombas
atascadas
sobre los
toboganes de plástico
nadie
encontró la forma de formar
las formas
nadie
encontró el disfraz
ahora las
avispas viajan en barco
pero no
escuchan el ruido
el carbón
desperdigado
ensucia el
drenaje
y las
arrugas en la cara.
Alguien dio
la orden
o el propio
movimiento
de ponerse a
salvo
alguien dijo
basta.
Después otra
vez el verde
y un asiento
para el viejo.
La oscura geometría de otra cosa
Del ojo
frugal
1
Bajo el
sopor alucinógeno
de otro
filamento
descansa en
su oscurantismo
el plátano.
2
La pulpa
finísima
pulpa
que la naranja
oprime
hasta
quitarle el jugo
exprimirle
la voz
y el músculo
del ojo
se contrae
y se dilata
en la forma
de todas las
cosas
los colores
y las semillas
siempre
descansan
en el
colador.
3
El paladar
infringe
la ley de la
manzana
sin llegar
siquiera
a procesar
su cáscara.
Lados
Hoy no
respira, lo hace sólo
la que ayer
se ahogaba,
la que fue.
Inhala, se contiene
en la figura
deformada
de la
lluvia.
El cristal
empañado
en el
hospital, se contiene y exhala.
Se niega a
reconocer el poder curativo
de los tubos
de oxígeno.
Hoy, ya no
se mueve, lo hace sólo
el que ayer
permanecía inmutable
el que fue.
Corre, se
sienta
en la
alfombra desteñida
de otra
plaza, se sienta y se acuesta.
Extraña la
herrumbre de las cadenas
en las
hamacas. Hoy no gritan,
lo hacen
sólo los que ayer
silenciaron,
los que fueron.
Modulan, se
esconden tras
el sonido
hueco del algún
diptongo
inválido, se esconden y callan.
Entienden la
oscuridad
del vinilo.
Hoy,
ya no viven,
lo hacen sólo
los que ayer
murieron, los que fueron.
Respiran, se
mueven en la negra geometría
de lo
profundo, formando parábolas;
se mueven y
gritan. Ambos saben
que el
círculo necesita aire
para
columpiar la música de los sin lados.
El patio
lleno de tábanos
que manchan
la jalea
y la
revisten.
Otra tarde
que no quiere salvarse
del colmillo
que mordió la siesta.
Las luces
descansan en la banquina
mientras un
séquito de hojas
alimenta la
fogata
y nadie sabe
dónde
fue a parar
la gente
que habitó
esta casa
el cuadro de
papá y mamá
sostenido
apenas
por la voz aterida
anunciando
eso
que va a ser
cumplido
como suerte
o presagio
de lo que
vendrá a raspar
el rincón
de todos los
pianos.
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