lunes, 7 de octubre de 2013

SIN CORSET

Cenital


Boca arriba
se deja descubrir los pechos
por la obturación
de un dosel…

boca abajo
la hubiese concebido
de no ser por la opacidad
que nos deshizo antes.


División o apareamiento

La luz a contraluz
difiere en la precisión
del hueco
huérfano de la córnea
que expulsó el ojo
de Irene
y el nuevo embarazo del caos
entre estos planos.


Doble circulación

A contramano
una señal oronda
nos cansa,
-el fractal desaparece-
somos un accidente
prematuro
los bancos de niebla
empañan la óptica
-se recomienda usar pañales-
cada accesorio es una muerte más
crear a su imagen y semejanza
una esquina
sin luz.
-corte-


El café de la muerte deshace
las exequias, lo que en la tierra
se integra
como una adivinación biodegradable
la borra
sobra un pocillo, cortado
lo unge hasta armar de sombras
la luz materna y crece
el ceño dibujado
sobre el mármol de óleo,
ahora un sorbo habita en dios
como los trompos
en el giro recluso de las cosas
que se pierden a la hora del concilio
mientras flota la diáspora
de azúcar pregonada
la tierra vuelve
ordena el tiempo

la muerte del café.


El reflejo de la luz dicroica
se apiada
de la propia luz
y ésta manera molesta
de ver cosas entre los hombros
caídos
el reverso mullido
de los espejos
interviene en el bajo consumo
un corto
la sanidad del elevador
incide
en la decepción
de la luz propia
se enfada
como matando la intensidad
del último color en la retina
y pasan las cosas delante del cristal
hasta oscurecer los márgenes
del desvelo
y la luz que nunca vimos.


Fuera del cuadro

Todo el resto
es gesto
descolgado en la ausencia 
dilecta de la pared
la escena está quieta
salvo el párpado
que cuelga en la espalda
y se mueve
dilatando la presencia del ojo
enlazado a las vértebras
superpuesto a otras figuras invisibles
como quien mira desde adentro
lo que está fuera,
todo el resto.



Gris atonal

Lo que no está
nos devuelve al fuego
como sombras,
desanimadas
las notas
y el perfil del globo
oculta la nariz
del caballo
y una rueda del carro.


Hilo sisal

El elenco diluvia
en las mañanas del malecón
se indigna la nada
de mi mal con calma
y lo que parece hoy
-tres cifras-
la última jugada de la lotería sureña
se hace rubia en la cuneta,
mientras sacude los pastos
de las mangas el arqueólogo
sin la opacidad de un billete egregio
bajo el sopor del sobaco
o el embalse
fugitivo desenlace hombre
una presa sucinta
                        del desdoble
la morbilidad de los hipopótamos
hasta que coincidan los miembros
de su bien con presteza.
Otra estación deviene en el reservorio
como la helada del hall central,
emula la voz, la embiste
adora la greña
y avanza como un huésped
que sabe del miedo
magno
sin corredores
y suda...
la epidemia de las ranas extinguirá
las redes
los bordes
sus bocas impostadas
porque ya no hay vitrinas
ni anticuarios
en las ataduras
                        del desguace
la infinidad del pleistoceno
en el último hueso,
también sirven los restos
a los posibles convidados de piedra
y dos cifras.


Inhabitados

Cuando el techo agrieta la lluvia

gotea cal

caen los escombros adormecidos

y lo que no dijimos
se acumula en las encías.


Karma Sutra

¿quién vomita sus manicomios
antes de cortarse las uñas?

¿quién cruje sus huesos
antes de tomar el vino?

de este nido de ausencias
pecamos
de este cuarto de mierda
los brotes de la lengua
sin pañales descartables.


Kimono colorado

Un prolapso rupestre
de ascensores
hasta que irrumpa el impacto
en la composición rasa del espacio
no era menos que el desenlace en la escena de rubias,
los esquimales congelados aguardaban el saludo final
silenciados en la oscuridad del los camarines.
Cuando había luz
todo teatro podía convertirse en iglú,
el resto de las horas
las pasaban asumiendo papeles secundarios,
tomando baños de sal
y troquelando muñequitos de nieve
con olor a incienso
para no dormirse en los interludios,
la horizontalidad de una línea entre acto y acto.
No era más que la intervención ulterior de las morochas
simulando el rol de las estalactitas,
colgadas del semicírculo del techo
como arañas seducidas por el fuego
y su armonía imprevista.
Los confines insurrectos de la tierra
intuyen la proclamación endémica de una escalera,
y toda bata inquilina se desliza
desde los epitafios de guiones pretéritos
hasta la boca de un iceberg.


La contorsión de la muñeca,
su complicidad con los mingitorios
y el riesgo capsular de un movimiento.
En los pesebres,
el yeso puede más que un niño.


Estación cráter

La ecuestre figura que un aerosol deja
chorreando en la nuca
la pulsión.
El cinturón negro como los triciclos
del cine mudo
los debilitados espárragos
muertos de aire,
hoy no tengo ventanas empañadas
para escribir letras deformes
ni cita con Carmina para morderla,
la fisura del oso
preserva en cada paso
sus fotos sucias, el mimbre abierto
y otras cosas elásticas
como las orlas de una pantalla líquida
o el borde del suicidio.
Posiblemente haya vida
después de este trencito descarrilado.



La ingrávida

cosmogonía de ciertas ostras

al sur de todo grano de arena
deja sus marcas en la playa
donde acaba el pavimento
y nos duele la ropa:
inacabadas formas de componerse
a horario,
mirar lo que pasa
como si no pasara nada,
después vendrán los hijos
de otra costa desnuda
a morir de agua.

Yo también tuve una muñeca
pero jamás pudo verme.


La lejanía
invierte el tono
se vierte al plano ideal
la tangente separada del resto
su nadir,
el trazado percibido del cuerpo adentro
advierte lo menos visible
de uno en los otros,
como si lo superficial
limitara lo yuxtapuesto afuera
el relieve del cenit
su próximo color

nos divierte
la línea que imaginamos
sin marcar un sólo punto en ella,
como si el propio universo
estuviese cerca.


La muerte sobre la propia sangre
con la heparina
no es la sangre sobre la propia muerte
en las convulsiones
y la choza donde se suda
la penetración desconsolada
como un juguete crepuscular
el hardcore de cada ladrillo ausente
sobre la paja
se hace casa de la luz
en el sacrosanto nombre
de los penetrados.

El contraste de estas figuritas
se coagula entre la obstrucción
de una vena en la atmósfera
y el hábitat del coágulo.




Otra uña en el paraíso


El asma de dios
agita el cansancio
y un lienzo arañado
hasta morder la luz original,
el comienzo de todos los árboles
acaba en el fruto.
Un quejido final
apresura cierto juicio
los pocos dientes que quedan
y el verde presagio
de una fecundación in Vitro.

Después habrá un día de descanso.


Punto arquimédico

La suposición
lesiona la herradura
inhala lo dudoso
se preserva
del despunte

la segregación de la certeza
nos libera y andamos
como mulas desdichadas.


Que alguien pueda guarecerse
en la palabra guarida,
no es la única vacante de la delación
como un corte longitudinal
nos cubre del laudo
y la nueva ajenidad de un bazo
porque no decimos la muerte
ni la escondemos
en las galerías de un
discurso aliteral
envasado en su boca escindida
y un crol.

Después de rodar sobre la ondulación
de las tejas,
todo escondite será en la encía
una tormenta dicha
en escala de grises
y la calma.


Sentirse ortiga
bajo el puente
palabra
apunada la panadera arriba
un fotograma de cada tortita negra
el escozor y la lengua ulcerada,
ser ortiga
como diciendo lo que cae
en la entorsis del molde
crujen
las migas, sangra la nariz
y el reuma del celuloide
contorsiona la paralela,
hay cierta cadencia en los epígonos
Avignon tiene retazos de ufanidad
aunque esta vez la elipsis oculta
sólo una parte de la urticaria
por si no llegan los sacramentos.


Umbilical

La tendencia placentaria
se cuela del tren bala
pide un boleto
los huérfanos de la misma madraza
llegar a la vía antes de ser ombligo
del mecánico embrión
deslizado al flash de estudio
sin que nazcan
los hijos lentos, descarrilados
como enfermos del trayecto
impuesto por la vía
del desarrollo.

Somos el efecto del feto fugaz
en una fotografía desteñida,
la sangre se desparrama
en los homenajes descreídos
del padre y yo.


Vos y los colores

A los chakras del caminito
desecho con migas
para llegar al naranja
sin que el mismo daltonismo
flagre y desfigure nuestra escena
algo evoluciona favorablemente
entre las escarchas de su intemperie
y ésta galería.

No era una uva misteriosa
escondida en el pincel
como uñas pálidas
que embisten contra el esmalte
suponiendo otro desenlace.
No era un rojo preciso
prudente de los cascos
confiscando los bienes de Hansel
el último valor luminoso
de los carteles. Pero un
borravino de peatonales sucias
cortan longitudinalmente el espejo.

Sólo vos y los colores que viste
preservan la sutura del paisaje
en las manos del final
y el sexo esparcido sobre lo invisible.











El mismo corte la misma sangre



Al cólico


En la condena superciliar
del cubito
somos cardumen y acceso
infiltrados en la
suma
del dolor pluvial
que acomete la hecatombe
con reflujo y
más milímetros de exceso
y los globos en el piso
improvisan un carnaval
ácido e infante
para la doña
que fermenta el resabio
de la leche cuajada
por si acaso.


Arte facto


Una estufa encendida en verano
consume todo lo que hicimos
en invierno,
sin suplir la química del cuarzo
ni la factura de agosto.


Cero o no ser

Lo neutro
nunca cede
la oscilación del eje
su nada cartesiana
y la esencia de una parábola
desconsidera el valor
de lo desagregado.

Lo neutral
siempre sede
de lo accesorio
lo infausto
un cuerpo gratinado
mi nepotismo visceral
menos uno o ser.


Con Cervantes

Tras los molinos
algo puede alzarse
entre las hojas de los tallos
los choclos, las zanahorias
y la piba de trenzas
se sacude al viento
sin decibeles.



Con fianza


De haber matado
no tendría rajaduras en la frente
ni por qué preocuparse
por la suma del hito.
En el barrio,
aún se preguntan por la mujer
que usaba shampoo antes de cada plato
y preparaba puré de papas después de cada enjuague.

Los inocentes suelen tener algo en común...
tal vez la grasa en el pelo,
o la imposibilidad de comerse unos a otros.


Cuy dado intensivo.

La gripe contagia
el supositorio confluye
los médicos inquietan
las muñecas adormecen...
y hay un diseño de hormigas
sobre el cuello,
vamos a enfermar las comisuras
que el dardo viaje hasta inferir
la dosis necesaria de ósmosis
entre esta pared
y una camilla.
Un temerario artero
firma la receta
con descuento para enanos;
prudentes los ojos
el movimiento articulado
las manos
la erupción del zanco.


Hado sen hado


Estos ojos laxantes

y un muerto en el baúl,
salvo cierta forma óptica
que  adquieren las hojas
 para desalojar destellos,
todo lo demás es histeria vegetal
ahí donde gobierna el néctar
a pesar del olor a carne.

Nada más interesante para ver
que la mirada obscena del abejorro
posado sobre el cuerpo inútil.

Más allá del vilo refractado
hay un muro
ahí donde ambos supieron existir
a pesar de la ceguera.







Helarte Poe ético

La costumbre del cuervo
se reclina sobre el último cubo
mientras caen los bloques amorfos
desbaratando la cadena sin eslabones
ni elipsis,

la omisión del ventrílocuo
no es parte de la obra...
el orden vendrá con el derretimiento
y la caña de azúcar.


Mamá dicta dura


¿Dónde habrán ido los hijos
después de la coma?
Modular la última letra
casi como un mandamiento obsceno,
laxo deber de tomar la sopa
y hacer las tareas
esperando la merienda
en la agonía del punto final.


Nada mas de cierto


Arena y gel
succión de intemperie.
No hace falta encontrar oasis
para buscarlos.


     Oreja sin cera

    La nena lame y todo
    se vuelve vulgar
    ella pide tímpanos desordenados
    la audición la merece descalza
    con las manos mordidas en la nuca
    y el pulso caído,
    hisopos de la malignidad…

    la desenmascaran entre los moldes
    de los ruidos cóncavos y
    los silencios que nos escupieron
    el yunque.


Vi a G

La vuelta sin dirección
o lo que falta en una valija
como una frecuencia se desvaría
en las féculas
cada emblema de la ruta
que sangra banquinas
y un puesto de embutidos
a la orilla
sobreseída se erige
entre la incisión de G
y un mapa hepático
hasta descolgar el salame casero.





Cromosoma X



Apagándose
los puntitos del trance,
el beso garabateado
influyente, ominoso
desde arriba el preludio
como canales repetidos
son las propias razones de la espera
o el cansancio inmigrante de un coágulo
los trípticos apócrifos
en la higuera de agua
hasta el nuevo sitio virtual.
Enfriándose
la amurallada añadidura del Ganges
el suplicio de una mosca
posada en la frente
a la boca calma
derribante en la precariedad
de los reflejos condicionados del monje
una línea más entre los brazos extendidos
y van cayendo de a uno los suicidas
desprovistos de sangre
con los ojos
vendados al borde
de una senda intransitable.


Arje

Palidece lo numinoso
y se ausenta
en la bolsa de metano
de la que todos vinimos
vamos
hasta transparentar por ósmosis
el triángulo.

El secreto de la apariencia
está en la hendidura
verse originado
no es buscarse en el principio,
somos en definitiva
lo que no vemos
no buscamos.

La línea o el círculo
suelen difuminarse también.


Astigmatismo

Despuntado el silencio
su curvatura,
cercena la figura inconclusa
de los objetos
para conciliar la imagen
de la mujer que tiende la ropa
con el propio tendedero.

Focalizar sin el punto
la hegemonía del eje
su fijación oral,
hablamos las prendas
del mismo error de acomodación
por si después, vestirse
es la deformidad quirúrgica
de lo inconciliable.


Célibes e indultados

Cada vez que llueve
ella me deja
como un cadáver lacrado
expugnable
que se espera al miedo de un tono
recurre
la ondita que no quiero
el espasmo
que espera la otra muerte
un bautismo de aceites desconocidos
para depurar la venalidad del pecado,
el nebulizador
me espera resucitar
antes de inyectar su mano
y saber que siento
la amenaza del agua,
ahora me salva el cloro
y conciliamos la ofrenda
venial del parto
con un beso inesperado.


Congruente

Lo fundido
en lo fundado
se enfunda
de lo difundido
y como en todas las maquetas
que representan nuestra casa
(la que no habitamos)
con chimenea y mármol,
vemos deshollinar el tiempo
y las cenizas que recorren
las glándulas de una esponja
defenestrando la mesada
demoliendo el tiempo
de las maquetas
que no representan casas
(las que habitamos)
con puertas corredizas y media sombra,
suben y bajan
hasta suponer que todo espacio
se infunda para confundir,
como las veces que me dijo
tengo un antojo
compráme una porción de torta
y hagamos el amor
en la exactitud
de lo que nos deshabita
y habita al mismo tiempo.

En la intemperie
la lluvia duele más.


Delineador de ojos

Un ajuar que urja
el contorno del óvalo
un presagio ovular
tu sino inasible
que segrega crema de dragón en creces
algo sale del vidrio hediondo.

Lo que el agua cercena
después del muslo decoroso
y el retorno de un beso yerto,
la sequedad del estampido
en vértices despechados.


Desalojo

La tía Nora dice
que alguien muere
porque alguien es cremado
y las cenizas se arrojan
sobre el césped del jardín
del abuelo muerto
por el abuelo cremado
y los chicos corren descalzos
sobre las cenizas del muerto
en el jardín cremado
hasta decir
que la tía Nora
los llama a morir
o a calzarse
por si la resurrección
del césped
los mata los crema.


El paño sobre el paño
detalla el estallido
del puño debajo del puño,
lo indivisible y un jardín
de partículas solubles.
Vuelve lo nuevo a destellar
lo viejo
así vamos festejando lo que pasa
del otro lado del silicio,
en esta abundancia faltan:
un remanso de córneas que sude,
una intuición que segregue
y las mismas comodidades de siempre.

Cuando los paños estén a la altura
de los puños,
habremos encontrado la armonía del impacto
y la tersura de dios
en la turbulencia.


Endoforia (agitado y sin prisma)

Soy su estrabismo pero con otros ojos,
los que miran para afuera desde adentro
me gusta verla mirarme
-es mi introspección-
con estos ojos
los que ciegan desde adentro
para quedarse afuera,
las cosas que nunca vimos no son de nadie
un ciempiés no camina la cornisa,
la desenvuelve
agita el aire sometido a la indiferencia
los ojos vuelven a penetrarnos,

una vez más creímos en lo que podríamos decir
aunque el deseo siga parpadeando.



Estilo té

Un costado enmarcado
al cuerpo
de los que amputan
el fondo del nadir
y llegan al deseo
de las cinco
en otra tarde.

Cuando reviente la porcelana
todos podremos afirmar
que el tilo nos consume.

El ceño contra la seña
enzima o alejada
inmune o sujeta
mora, dora, llora
la cima abisal
en la sima encumbrada
de ningún rostro
que rastrea restos
de la holgada hada.



Fondo de ojo

La panacea
del pan nace
y Ana hace pana
con lo que queda
de un cinturón con tachas
y los amuletos que usaba
como fetiches
camino a Los Toldos.
Un monasterio en la miga
la tierra se desgrana con la fetidez
de un nuevo escape en la papelera,
una hippie acaramelada,
disuelta en la hidrocrema
y el desguace de un cuerpo
clavado con chinches
en las ramas de los eucaliptos.
El queso descremado
flota desprotegiéndose del té
como henchido y se deja acariciar la falda
de pollera tableada
se deja comer
y nos cura la crosta.


Hattussa

Quiero ser tu pupito,
atropellar la tersura del océano
y devolver las ascuas
en forma de muerto embalsamado
para que destellen uno a uno los párpados
hasta lanzarse al vacío
en las mortajas de una mirada.
¿Cómo erguir los extremos amontonados
en los vértices residentes
de una habitación jadeante?
Vuelve el hombre de la bolsa,
el cuco. Vuelven las arañas,
los platos de sopa huérfana,
y yo queriendo ser ese agujero cóncavo
que delimita el cuerpo,
ese punto medio
absuelto del equilibrio,
esa proximidad al origen de las cosas,
al cordón proclamado
por un círculo esplendente
en la línea curva más delgada del mar,
la resurrección imaginaria de los bordes.



La oscilación de Selene

La cabeza henchida, indominable.
La empuja el aire
y la sumerge,
basta con ver el final del túnel
para saber que estalla…
la secreción abismal
la última conjetura del cuello,
mi nena hecha boca
abierta como la feraz profundidad
en la férula del mar
para que no muerda
la  orilla.

Ella espera la noche
y el bruxismo del agua
la convierte, dominable.
La abraza al redondel
y zurce marcas de luz
en la entrada del sáculo.


Back up

Las hebras del invierno ácido
bajo las que dormías
se volvieron puente,
un atrapasueños dirimido
en el estómago
sus presencias son
la vigilia del aro
que prende toda ausencia,
las convierte en araña
y filtra la malignidad del sueño
en una red que no admite cuerpos
ni anticuerpos.

Detrás del respaldar de la cama
juegan las plumas a salvar los pies
que descalzos mordieron la alfombra
abultada en el centro
repleta de mugre
sobre la que despertaste
un día de volcanes amarillos
y anticiclones.


Los de al lado se acercan
a la ventana verde
sin vidrios
nos arañan las macetas de arcilla
lo normal entre estas rejas
y se envuelven,
los de al lado engolan
un gajo
para el desguace
del último ladrillo
pasando la medianera
y nos combinan el perfil
sobre la cara dominada
hasta lanzar los perros
como insignias
de bocas que no existen,
los de al lado muerden
la cría
mientras la espera satelital
nos mancha la pantalla
y vencen las marcas
los puestos, los balances
durante y después del colapso
por la reserva de arena
y el orden del ligustro,
los de al lado nos miran
para protegerse del frío
y digerir.


Maia no me besa

Yo quería el réquiem, la compunción
sacar el cuerpo por la lengua
las hormas del credo en la intriga salival
salir del escondite
desajustarse la espuela y brotar
como cuellos tatuados en la intemperie
para siempre,
buscaba algo más que un roce
sus cruces o sus médanos.
El insignificante labio de papel
corroído hasta el vértice
por la fatiga del elefante trompita
que anestesia cada movimiento del cartílago
lo congrega hasta torcer la gravedad
y erguirla.
Yo quería un beso.


Moebius dixit

Como un síndrome abrasivo
la banda deja de sostener el pálpito
vuelve el ojo
a sacudir el nervio
sube un gesto facial
y la última puerta se abre,
¿habrá espacio entre esta multitud de cintas
y los cuerpos embarazados de Ruth?
La próxima estación detectará los rieles
del tren pardo que perdido
baja hacia el centro
para masticar la esfera
del último pasajero
hasta que alguien diga
cuántos vagones le faltan a dios
para poder orinar.


Naturally speaking

Señales esmeriles
como anuncios desvanecidos,
mi cursor en stand by

el oráculo de un micrófono debilitado,
duerme la barra espaciadora
y vamos deletreando cada palabra
como si fueran próstatas huérfanas
quedando al borde
oral de la metástasis

vemos que un niño nace
con las piernas cruzadas,
sólo la secreción le devuelve al músculo
la distendida seguridad
de estar transcribiendo un improperio.

Un nuevo usuario se fortalece
y caen las vasijas los toneles sus cosas
como parte del desacuerdo
que aún nos contiene
bajo la espera lingual
de esta conversación
y mi extravío.


Nous quirúrgico

Si era criminal
la holgada resistencia de un gusano médico
una sagrada conmiseración
después del subterfugio
todos nos arrastramos
desde el obturador
que no simplifica nada
hasta la delegación de epigramas
que niegan a dios
en otra era,
la más desenvuelta, la que quita
inteligible
la materia de la materia
sin que sangre.



Pupila vip

La evidencia contráctil
no asegura
el paso de la luz
adentro todo es más pretérito
como un cóctel que vimos
lejos
cuando te sacabas la ropa
y el músculo desinhibido
dilataba la emergente
los puntos de una recta
lo que determina nuestro plano
de encierro,
la niña del ojo
cae desde su extremo
por si lo que no vimos
tiene las mismas hendiduras
que un abrir y cerrar de piernas
entre la guarnición del pan untado
y la posibilidad de otra manga.


Quantos

La expansiva resonancia
frecuenta el pequeño universo
que hay en su espalda
como haciendo radioactivo
el tensor,
allegada onda de posibles fines
la muerte del ojo
que refulgente indica
su ilusión fílmica
concentrada en la misma esfera orbital

son los atavíos de las demás noches
sin que estas manos
se hagan discreción en el espacio
las trascendencias de los pasadizos
hasta cruzar cuantas veces
sea necesario
cuantos sondeos
existan entre la manera de tocarla
y su elocuencia.






                                      El mismo tronco la misma desviación




 Ahora el cuerpo se mete en el pulgar
como un repulgue de zonas de harina
algo fluye desde el índice,
la verdadera oscilación del recodo
una apertura igual
en las biopsias
sin retorno al medio
y la erosión calma otra sed
a los artilugios despreciados
lo inhóspito nunca cede
el anular se adormece
rebota en las paredes
no emerge
sobre los tapices del meñique
que infringe cada dilatación axial
en los moldes permanentes del deseo...

después el puño se mete en el cuerpo
cerrado,
como el dios que habita esta casa.




Al torno

El bracket descansa
afuera
la intemperie del vaso
hasta una nueva erupción de níquel
y ella balbucea como infringiendo
la ley primitiva
somos el beso enganchado
el dolor del labio
tomo el agua que queda,
el acto reflejo de un diente
siempre estimula.

Lo que flota después de la alineación
es la sierpe de su amígdala
en un inodoro de vástagos.




 Boca de dragón

La calle se iba salvando del destino tensionado de las bocas
habíamos elegido el mismo motel
como si algo debiera estar frente a frente
antes que las mismas bocas,
sueltos de marginalidad en las palabras
sólo nos miramos esta vez
recostados en los pechos colados
y esa irrupción genital desde el efluvio
nos acaba por dentro
como pidiendo que no se extermine
la posibilidad de fecundar una boca
de alta tensión
el egregio constelado del fuego
le impide al escroto pronunciar su frase
como en la abertura del esguince
ella paga mí servicio
un eslogan de Hegel sin dureza
son 50 pesos la media hora y sigo mirándola
hasta que las cosas fluyan
o sea yo quien las deje fluir.



 Falo vs. falo
                           
Mi ring de la certeza
añade un round al juicio
del Tyson de las amapolas
y nos peleamos amurallados
entre la suposición de un triciclo
comunicante que me esconde
por si el fallo es irreversible, y
el dragado de una fosa común
hasta el suplicio de la campana.

La figurita buscada
la bolita en el  hoyo
mi abuela en la tribuna
un almacén desmentido
los desperdicios de las verduras
las tortas de arena
    
y mi madre embadurnando esta cabeza
con shampoo anticaspa, 
un living dividido
la casa de los temerarios
mi talón de Aquiles
este ajuar.

Madura el knock out,
¿Qué revés de derecha hunde el tabique
más que un cross de izquierda?
¿Qué defensa subsiste al embate tanto
como el esquive lateral ?
             
las ruedas siguen girando
sobre el cuadrilátero
del dios de enfrente
que tras las cuerdas
sangra
y suda las incertezas.




Bondage

Los atamientos se yuxtaponen
cuando el desacuerdo envuelve
las reacciones sadomasoquistas
y surgen otras prácticas del desenlace
la sumisión de cada vértebra
alarma las vestiduras y perece el flujo
del algodón encordado hasta el molde
perfecto y ornamental.
La dominación está en las yemas,
abre tacto
hostiga.
Somos el formato de un fetiche
prominente desde la flagelación
que muerde el golpe en el fresno
de la nalga por sí vuelven
los sepulcros del dolor deseado
o la espina dorsal empinada
su primer castigo de alabanzas
en las concavidades del grito.




Casta astral

Que una carta se pierda
entre los papeles del cofre
o en la profundidad de un lago helado
no significa que se haya perdido
el contenido de los arcanos
los algoritmos,
el bigote de la suegra
los pesebres de la nona
la culebrilla del tío
y la bijouterie de mamá
son hereditarias.
El signo zodiacal impulsa
la casa recesiva infiere
y cada elemento genealógico
calza como aventando
la filigrana de un sobre que fue
es o será todo lo que el código postal
precise.

La fuga cósmica la mantiene virgen
por si algo detrás de una galaxia
pueda eclipsar su himen.





Célibes e indultados

Cada vez que llueve
ella me deja
como un cadáver lacrado
expugnable
que se espera al miedo de un tono
recurre
la ondita que no quiero
el espasmo
que espera la otra muerte
un bautismo de aceites desconocidos
para depurar la venalidad del pecado,
el nebulizador
me espera resucitar
antes de inyectar su mano
y saber que siento
la amenaza del agua,
ahora me salva el cloro
y conciliamos la ofrenda
venial del parto
con un beso inesperado.





 Cuando
una palabra
deja de ser
arveja,
sangra
y llueve
en las latas
los bordes
el endometrio,
porque nadie
dice nada
sin el gong
que cura
y seca
la lengua.




Cupo limitado.

Comimos de la infinitud
en los recodos del mimbre
la hilada eléctrica,
el ciempiés.
Caímos del alambre
como círculos torcidos
la figura errática del pináculo,
el desaire.
Sobre los mismos escenarios
se levanta el engendro
del risco encubierto
hasta incendiar el jardín.
Tu Apocalipsis demolido
en los quicios del culote
otra canción del snobismo
y el pan árabe.
Esta fiesta quiere chicos malos,
una pelopincho artera
y una viejita sacada...
después la llevé a la casa
y no hubo colados entre sus tetas,
sólo el pretérito vínculo
de los artificios
y estos ojos.



Chica cósmica

Como un cuerpo negro
irradia, genera fondos
y el mismo punto g
que absorbemos,
estorba
llena el plasma
la palma concisa
cuando algo se apiade
la erección infinita de otro mundo
nuestro big bang
la sepultura seminal
se habrán quedado sin luz.

El origen está en su dispersión,
lo que podría llegar después
será parte de la bipolaridad
de un universo paralelo
entre sus tetas
y esta Vía Láctea.


Detrás de la lencería
indómita del 69
saben las hormigas que los discípulos
del fraude suman algo más
que rodillas sofocadas
torsos de sexo
como un estrépito de fulguraciones
sin procrear nada,
ni siquiera las antorchas del plagio
sexos de torso
a los cuerpos entregados
después de un beso en el cuello
la baba del caracol representa
el último indicio geométrico
de la exactitud...
y la mujer insecto
suda
otra analogía de momias.



In situ

El banquito de la plaza
funge la dilación
destina la carne del color
del cubo mágico a estas horas
alguien se estará besando.
La tarde deshuesa,
tala el recodo y un camino perfecto
hacia el bulevar
hay desvelos que no quisimos,
pero los remansos
hielan los hemisferios despuntados
de los cucuruchos
y como un credo previsor
duele el labio estándar de los
infortunios.
La plaza del banquito
no espera,
vierte todo el tiempo
sobre nuestras espaldas
y se coagula.



Fijación escatológica

Se legisla lejos la isla
del ministerio mini
el misterio la histeria masculina
o más linaje que sus tetas
a tientas y sin querer
queremos
la orfandad
lo disidente
sus temerarios
mis cuadros viejos
y la esponja que baña
la misma zona
infectada
los sabores desmembrados
del trajín pélvico
al tonel de miel insana
habrá que sumarle su madre
y una erosión fétida
como si la lluvia fuese dorada
esta vez
y los demás líquidos inodoros
no encontré la llave
de los distintos pasos
ahora camino
en otro cuerpo
antes que la inundación
me cubra el pecho
somos iguales
pero sin sexo.



 I

La babosa goza
su alopelia el
castigo mirador
una multitud de babosas
surgen como irrigación sanguínea
del helecho consumado
si pudieran fingir tal vez
una cópula sin arrastrar
monumentos
todo se dilataría a los escombros
la llama la
imagen retratada en sepia
desde ahí "la ciudad de
los pibes sin calma" también
dejó de ser una canción
movilizadora, como algo urgente
que sacude y descontrola
un muro erecto del desierto
la porción circuncidada un
oasis parafílico y este espécimen
dado al momento mismo
del momento anterior
en la armonía de las dos manos
adentradas al mismo sexo
que vislumbra el agua tan líquida que
avisa antes si hay detalles
perdidos
de nosotros en los otros y
mueren por debajo de las escalinatas
del as de espadas en el contorno
no nos mienten,
sólo siguen mirando.


II

La babosa esboza
un orgasmo justo


III

La babosa desglosa
lo que sucedidos fuimos entre
tres tierras de leguas
de banderas infrarrojas
sin el mástil desclavado
en las otras miradas mías
las de otros ojos suyos
los demás ojos
material descartable
hay voceros que se protegen
de la curva en la noche
tan noche como las medianeras
del lóbulo temporal que
infringe las caras
que nunca vimos.




La fiebre nos cansa
amortigua el descenso
una montaña de termómetros
y los niños violados
desde cada grado que aumenta
algo pasa entre los sepultureros
que esperan superar la línea
después del salto sin garrocha
una foto bajo tierra
nos tapa la humedad
el bizcochuelo se espesa
crea los anticuerpos suficientes
para acaecer sobre la trampa orbital
de un bronco dilatador en el sepelio
o en la superficie.



La necrofilia del diván
ausenta toda ética
la máscara del paciente
entre un dios analizado
por la opacidad del contenido latente.

Sólo un acto fallido
podría detener esta erupción
los demás moldes del cuerpo
ya están disueltos en la
córnea.

Nos vemos en el resorte
y cualquier elemento fálico
determina en uno
el salto prenupcial
antes del último asalto,
en el bastión del culto
un coito basta para hacernos
dos en los bordes.



Mugar

Del fango desovado
el pez fósil
sangra la tierra y el agua
que penetra la materia
anfibia,
las huevas hilozoistas
detonan para fingir haber nacido
y nada es tan preciso
como el imán del sexo
en las manos.

La verdad desconocida
tatuada en las divinidades obsoletas
los huevos homéricos
del réquiem para nadie, un dossier
en el espejo desfigurado
de las formas que antes tuvo
otro pez,
sin agua corriente.



Niño explorador

El niño explora
a la niña explorada,
preserva su exploración
a la incontinencia de su entrepierna
así descubre que entre
explorar y ser explorado
la única diferencia es
bajar la media
de la pantorrilla
al tobillo

la niña se deja explorar
hasta la humedad de los orificios
no retrae la muestra de lo explorado
y por si acaso,
el agua de la cantimplora
esta fría
como los sobrehuesos que constituyen
cada hombro

hasta el calcio que los fortalece
se dejó descubrir
un film de ángulos llanos
y la manta recostada sobre el césped
            el niño se toca sólo,
la empresa de la carne basta
es lo que piensa mientras
son parte de las reses
una carnicería carente de virilidad
suda lo explorado

la niña cuestiona el tamaño de su sexo
dormido esta vez
en la turbulencia de las hamacas
mudo al nudo de lo no encontrado
embutido de mugre
sano de la muerte corta
preferirá subirse las medias
y después tocarla.



Nos habíamos dibujado
en la piel que desentrañaba la media rota
el contorno de los vaivenes
sofocados en los lienzos
una pincelada de patio
toda la resina en la aureola
de un pezón rendido
a esta vida acuática que moja
los decibeles de su in armonía
por donde entran los colores aniquilantes
de los zánganos y se diluyen
ante cualquier intermitencia de luces,
¿qué barco se resigna a las envolturas
detestadas por el oleaje?
¿Qué gota sacude los parajes
de la playa desarenada?
En las paredes del mutismo
sobreviven los médanos
descoloridos y ausentes del Cáucaso
un desaire de Pandora en los andamios ciegos
del conjuro magno del hígado calcinado,
las águilas enmudecidas enjuiciando el pleito
hasta borrar la impronta ocular de Prometeo
y no emitir veredictos.
Nos habíamos desdibujado
en la exactitud del tiempo
como privados de puntos tácitos,
líneas certeras de imaginación continua
la forma hermana de asexuarnos
hasta la próxima preservación,
los influjos del género
que desvanece en la temblorosa mano inopinada
de los tiburones.




Ping pong

la reacción del elemento
como un revés
un cabo dormido en la pierna
hasta que todo vuelva a ser como antes,
el ruedo cala los paisajes
de una bombacha cavada
o la hondura del torno
en la caricia de las amalgamas
hasta la raíz.



Tu ingravidez mi gravedad

Colmo el silencio
de la muerte calma
su sed
por ser 9,8 en el torque
de las minucias
de su perchero y la concavidad,
la báscula de un beso
patológico
se indetermina entre otras prudencias
cara a cara es más fácil
la única dificultad es separarlas,
peso fuerza densidad:

un ocioso recreo de órbitas
enredadas en un tercer cuerpo
que construimos antes,
como si fuéramos vectores
o sanguijuelas



Una mujer sentada
al borde
como pidiendo exceso
hiede a mundos nauseados,
los credos de la colmena
en la memoria
la mutilación ceremonial
por los resquicios que deja
la piel
hasta que surcan los zánganos.
Una mujer recostada
sobre el filo
como pidiendo acceso
proclama las líneas de las manos
las invoca
en esas cavidades disueltas
por los indicios del barro,
aunque la lluvia se detenga
y sigan mojados
los puentes.


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